Estudio previo para Museo de Málaga. Proyecto aún no realizado.

ASPECTOS CONCEPTUALES Y ARTÍSTICOS DEL PROYECTO LÍMITES TRANSITABLES. Reflexiones alrededor del museo El Palacio de la Aduana es de nuevo un edifico emblemático de la ciudad, rodeado de un entorno singular, que ahora dedica sus espacios a albergar colecciones de arte de distintas épocas. La morfología del edificio es severa, recia, de planta cuadrada y cuatro alturas, y sus dimensiones lo hacen imponente al paso del viandante. Independientemente de qué tipo de obras, piezas o fragmentos albergan sus fondos y salas, se trata de un museo titulado como de Bellas Artes, algo connotado claramente y que cualquiera identifica como lugar al que se acude para contemplar su interior y, en ciertos casos especialmente importantes como el que nos ocupa, se pueden apreciar sus cualidades y calidades arquitectónicas (el uso de materiales empleados en la construcción, la distribución de espacios, la grandeza de sus elementos decorativos, etc.) haciendo de la visita una experiencia completa y conjunta de elementos que forman tanto la observación del contenedor como la contemplación del contenido. Para el proyecto que nos ocupa, existen tres características principales sobre las que vamos a incidir: 1. La primera, desde el punto de vista morfológico, es que existe un elemento físico continuo que rodea toda la edificación (sin solución de continuidad). 2. La segunda, es que aunque no se trata de un museo de arte contemporáneo no hay razón para que en el futuro (y así parece previsto) albergue exposiciones temporales de distinta naturaleza en su interior en línea con las actuales políticas que se dan en numerosos museos de todo el mundo con colecciones de distintas épocas, y por tanto pueda, y en cierto modo deba, como edificio institucional dedicado al arte abrirse a propuestas que sirvan para poner en valor y actualizar sus posibilidades mediante intervenciones exteriores de carácter contemporáneo. Existen numerosos ejemplos en todo el mundo de este tipo de opciones. (VER ANEXO). 3. Y la tercera, es que un museo no es nada sin su contexto histórico, geográfico/físico y, especialmente, humano. Con esto queremos decir que un museo es y debe ser un espacio ubicado en determinado lugar/territorio al que responde poniendo a resguardo y conservando sus colecciones y su contenedor, pero que al mismo tiempo se debe tanto a los ciudadanos autóctonos con los que convive cotidianamente como a los foráneos que visitan la ciudad y el museo en un continuo intercambio de experiencias, principalmente de carácter cultural.

La intervención de carácter temporal LÍMITES TRANSITABLES. Reflexiones alrededor del museo trata de establecer de manera austera un contacto “otro” del museo con su contexto físico y humano. Y para ello se utiliza un elemento de intervención a escala monumental (ese es el sustrato) pero de modo diríamos escueto, sencillo, mínimo, sin la espectacularización ni algunos de los histrionismos al uso en este tipo de actuaciones, pero provocando en el público ese sentimiento de tensión y extrañamiento que el arte siempre produce. Porque consideramos que este proyecto es una intervención artística con todas las connotaciones que esto conlleva, y no estamos proponiendo una operación cosmética, decorativa, de márquetin urbano, etc. cuyas motivaciones aquí no entramos a cuestionar (las ciudades deben hacer cuanto esté en su mano para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y para ello se encuentran los cauces democráticos al uso en las llamadas sociedades avanzadas).

Explicado el uso de la línea discontinua en numerosas obras anteriores (ver pequeño ensayo “HILVANADO MUNDOS. Esto no es un catálogo” en esta misma web), y del espejo (ídem, EN DIVERSOS TEXTOS), estamos en la necesidad de explicar por qué en este caso estamos perimetrando todo un museo. Y la respuesta artística ha ido apareciendo a medida que venimos desarrollando el proyecto. Tratamos de hacer “horadable”, transitable, el museo; al mismo tiempo que acotamos sus dimensiones, ampliamos su “horizonte”. Tratamos de producir una metafórica abertura que al mismo tiempo es el reflejo del contexto. Un contexto como decíamos, histórico, físico y necesariamente humano. Y tratamos de hacerlo sin necesidad de recurrir a intervenciones groseras, sino recurriendo a una línea discontinua de espejos que apenas ocupa un porcentaje mínimo de la superficie de la fachada. Decíamos antes y vamos a repetirlo aquí porque nos parece importante, que existe un efecto dinámico a medida que uno se mueve alrededor del edificio y mira hacia la línea discontinua. El contexto, diríamos, las condiciones físicas de contorno, varían a cada paso que damos o cada vez que nos alejamos o acercamos a la obra. Podríamos decir que esas condiciones de contorno también se modifican “metafóricamente” a cada contacto con la obra, y queda ya en manos del espectador sentir el extrañamiento o la tensión que eso pueda producirle.