Esta obra está compuesta por un conjunto de intervenciones de carácter académico, expositivo, textual, curatorial, performativo, etc. En el ámbito expositivo se desarrollan 3 vídeos conjuntamente (el último de ellos se trata de una performance en vivo como introducción a los otros dos). En el ámbito académico este proyecto surge por la dirección de un proyecto de investigación titulado «Artes de acción y mecanismo y convocatorias electorales». En el ámbito ensayístico consta de un texto publicado en la revista Nolens Volens que da cuenta del presupuesto del que parte todo el proyecto.
Enlace VÍDEO 1. DIFFERENT WORLDS: https://www.academia.edu/video/jy860k
Enlace VÍDEO 2. POWER POINT: https://www.academia.edu/video/kpXMAk
Enlace VÍDEO 3. ARTIST AS A COCK OR AS A HEN: https://www.academia.edu/video/jXA7x1
TEXTO: ARTE POLÍTICO-MEDIAL Y MEDIALDEMOCRACIA
(confesiones de un investigador privado)
Dos de los temas que más y mejor han atravesado los últimos decenios han sido formulados como preguntas: el problema del “nosotros” explícitamente planteado por Foucault pero también por Habermas, Rorty, Sloterdijk y tantos otros; y la pregunta sobre “cómo nos contamos las cosas que nos pasan” de Deleuze, pero también de Debord, Mac Luhan y de tantos otros. Estos dos problemas no son equivalentes, pero tienen mucho en común y son de gran importancia para el futuro de nuestras democracias. Sólo hay que pensarlo un momento, dedicarle un poco de tiempo a esas dos cuestiones para incorporar la relación entre ellas con la que propongo en el título.
Lo que sigue a continuación no es más que un largo paréntesis (entre dos pequeños párrafos casi prestados) que bien puede obviarse. No me interesan las confesiones, pero a otros sí. A ellos, deseosos de ficciones, van destinadas.
1.- Debo confesar que la decisión tomada en abril de 2007 de proponer a mis compañeros el tema de investigación Artes de acción y mecanismos y convocatorias electorales y una
exposición ad hoc, no se correspondió con sesudos planteamientos, sino con un acto reflejo.
Empezaba a sonar el ruido de fondo que aumentaba progresivamente con la cercanía de la cita electoral de marzo de 2008 y yo me encontraba de baja paternal. Demasiado futuro como para evitar la tentación. Y la tentación se forjó alrededor de la pregunta un tanto naïf que suele inspirar las investigaciones científicas y las propuestas artísticas: ¿qué pasaría si…? Las humanidades suelen hacer investigaciones del tipo ¿qué ha pasado? (o por qué o cómo ha pasado) mientras que las ciencias experimentales y las prácticas artísticas suelen preguntarse ¿qué pasaría si…? Me di cuenta entonces de que comenzábamos un trayecto bifurcado hacia el pasado y hacia el futuro desde un presente también incierto: por un lado, preguntándonos directamente qué había ocurrido hasta el momento en la relación entre artes de acción y elecciones y, por el otro, proponiéndonos montar una exposición alrededor de un tema que nos serviría de cultivo experimental para ensayar qué pasaría si… recogíamos ese tema y lo exponíamos durante el tiempo exacto que durase la, ya en ciernes, campaña de las elecciones generales.
Es decir, de un modo enmarañado, entre las humanidades, lo científico y lo artístico,
empezábamos a hacer un ejercicio conjunto de investigación del pasado y del futuro para
aclararnos sobre el presente. Y los ejes fundamentales, en apariencia, eran el arte y las
elecciones, un campo acotado que parecía propicio para iniciar una investigación que tenía escasos recursos económicos y apenas un año para presentar resultados.
Todo se puso en marcha y comenzamos a recopilar el material histórico disponible, a
clasificarlo con decisiones taxonómicas un tanto laxas y a subirlo a una web que debería
ejercer un “efecto llamada”. Y, en otra dirección, comenzamos a realizar proyectos para la
exposición y a invitar a aquellos artistas que nos parecían recomendables por su trayectoria y su compromiso. En este sentido, todo se produjo según lo previsto y con un razonable éxito.
2.- Debo confesar que investigar estos temas en el ámbito de una universidad privada resultó tan dificultoso como en cualquier otro ámbito: nada. Recibimos un beneplácito inmediato y la “originalidad” del asunto fue tan bien acogida y tan elogiada que no consiguió sino producirme una cierta perplejidad sobre cómo se perciben según qué cosas en según qué estamentos. En el fondo, nada que no supiésemos.
3.- Debo confesar que mis intenciones fueron un tanto cínicas. Nunca he creído en las especializaciones (no comprendo el arte que puede decir de qué se ocupa porque pienso que la entrada en él del azar es demasiado restringida y se pierden oportunidades), los que me conocen lo saben bien. Y en las apuestas artísticas político-mediales (sobre todo aquellas pegadas al filo de la actualidad) nunca he creído porque he considerado que además de ser especializadas no conducen a nada, y en ese sentido me he manifestado no pocas veces. Pero he de confesar también que hay ocasiones en las que el morbo, la curiosidad, la negación de la especialización y el no hacer demasiado caso de mis escasas creencias arrastran mi voluntad hasta los lugares más insospechados. Situarme donde no debo, donde no me conviene y donde para mí puede constituir un lugar incluso políticamente poco deseado es algo que no consigo evitar. Así que, a pesar de mi total descreimiento respecto al poder del arte político-medial para ejercer influencia inmediata, o incluso mediada, en los contextos socio-políticos, aposté por un juego en el que el ¿qué pasaría si…? tenía mucho más interés como incómoda comprobación empírica de lo que ya presuponía que como solución a otras cuestiones eruditas respecto al hecho artístico o a la reflexión política que para mí resultaban meramente anecdóticas. Es decir, incluso con las intenciones tan evidentes del proyecto Interacciones electorales de repercusión mediática (esa guerra de audiencias que afecta en la actualidad a muchos artistas), la intención subyacente consistía en comprobar cuánto fuego de artificio hace falta para que te hagan caso y que, sin embargo, nada ocurra.
4.- Debo confesar que, a mi juicio, artísticamente y políticamente no pasó nada. O mejor, nada que no fuese previsible; es decir, una nada previsible y en cierto modo pre-vista. Los datos recopilados (también colgados en la web) y las propuestas recibidas se montaron en una exposición que pasó por estar bastante bien montada, razonablemente exigente en cuanto a contenidos, visitada por muchos y numerosamente atendida por medios de comunicación escritos y audiovisuales. Nada más.
Nadie podría dudar de la experiencia, del buen hacer artístico y de la inteligencia mediática de muchos de los artistas reconocidos y noveles que participaron. Y nadie podría dudar de que el espacio OffLimits situado en pleno Lavapiés era idóneo para la exposición. Pero el hecho es que, insisto, a mi juicio, nada pasó.
Pero… ¿qué habría de pasar? ¿qué es lo que se espera/ qué es lo que esperamos de las propuestas artísticas político-mediales bajo el imperio de la medialdemocracia? ¿se producirán lecturas innovadoras y electrizantes que cambiarán la faz de la Tierra? ¿se trata de elevar la exigencia de las conciencias más perezosas? ¿se abrirán finalmente paso las marchas libertadoras entre los esbirros de la dominación? ¿calmaremos los artistas nuestra sed de victoria sobre los conspiradores del mal? ¿conseguiremos erradicar las desigualdades entre los pueblos y entre los hombres? ¿podremos desenmascarar las mentiras y las falacias que nos hacen tragar con el bálsamo del crecimiento económico y el estado de bienestar? ¿se conseguirá producir recargas simbólicas a partir de movimientos emancipadores? ¿o ganar la guerra de audiencias a favor de los más desfavorecidos? No creo que todo eso se espere, pero entonces ¿qué se pretende? ¿qué es razonable esperar?
5.- Debo confesar que para mí la pregunta ¿qué pasaría si…? se correspondía mucho más con los rozamientos mediáticos de lo que nos traíamos entre manos que con las directrices que conformaban el proyecto original de investigación (las artes de acción y las elecciones). En este sentido, la motivación genuina, y privada, de la investigación y de la exposición era realizar una acción que las contuviera a ambas y cuyo fin era mostrar, de modo paralelo, la inanidad del arte político-medial frente a las cuestiones de importancia en las medialdemocracias, en un ámbito de determinación en el que es lo medial lo que verdaderamente marca el paso.
6.- Debo confesar que las piernas me temblaban cuando los medios, muchos, se interesaban por lo que estábamos haciendo. Los riesgos de banalización en cuanto se acercan cámaras y micrófonos son aterradores. Pero ese temblor se correspondía de modo más profundo con la excitación y el deseo de que se cumpliera lo pre-visto: los medios deciden sobre la existencia, el sentido, el valor y el modo de contar las cosas que nos pasan, a “nosotros”; los medios ganan. No hay actividad artística ni política que no resulte mediatizada, tergiversada de algún modo, no sólo en las lecturas a posteriori de lo que hacemos sino también -y de modo más ruin si cabe- a priori, arruinando la frescura original de sus propuestas. Nada que no supiese pero que deseaba experimentar en carne propia.
Si vivimos en un sistema de medialdemocracia, cualquier intento de suscitar cambios en ella a través de producciones artístico-político-mediales son, cuanto menos, ingenuas o de muy corto alcance. La consigna “usar las mismas armas que el enemigo” podría tener interés si el enemigo fuese la democracia (o la política) y sus armas los medios de comunicación. El asunto es que hoy por hoy los medios ya no son el arma que confiere poder (como antaño el arte era el medio que confería poder… al Estado, a la Iglesia, a la Revolución), sino que se han convertido en un poder ultradeterminante apenas distinguible de otros poderes en una confusión de magmas enredados y tenebrosos. ¿Tratar de manejarlos artísticamente? ¿Por qué hay artistas que insisten en ese camino… artístico?
7.- Debo confesar que la coincidencia deliberada de la exposición con la campaña electoral me sirvió para darme cuenta en persona de cómo, además de lo dicho anteriormente, la censura continúa existiendo (la cadena 2 de TVE prohibió la emisión de imágenes en Miradas 2 de un corte de secuencias de la exposición ya montado); de cómo las alocuciones de una entrevistadora de Tele 5 sustituyen y tergiversan alocadamente las interpretaciones de los participantes; de cómo en El País o en otro programa de Radio 2 se preguntan si un hecho de investigación “tan indeterminado” es suficiente para hacer una crónica (de un evento que no piensan visitar para hacer su trabajo); de cómo la información resulta sustituida por el espectáculo en casi todos los medios (hay algunas excepciones positivas como Fluido Rosa, también de Radio 2); de cómo se descontextualizan imágenes de la exposición en Cuatro para utilizarlas en otro contexto lúdico-hormigueante sin siquiera mencionar las fuentes o de cómo la opción a la banalización es generalmente la indiferencia intencionada a temas que podrían levantar algunas estúpidas ampollas en mentes directivas poco desarrolladas. Todo, por lo demás, obvio.
8.- Debo confesar que el proyecto de investigación Artes de acción y mecanismos y convocatorias electorales y la exposición Interacciones electorales han supuesto para mí la oportunidad de realizar públicamente una investigación en equipo sobre el tema tratado y una obra pequeña titulada Power Point (que, de algún modo, anticipaba estas confesiones) y una oportunidad privada de realizar una acción/investigación también privada, de intenciones aquí públicamente confesas.
No pretendo hablar por otros (al menos no siento la necesidad de confesar ese mal), pero creo que cada uno de los participantes en este proyecto fue plenamente responsable de su papel (ninguno somos ya inocentes); todos tuvieron sus propias intenciones más o menos explícitas y creo que todos, al menos yo, nos dejamos un poco de nuestra alma bella en el proceso. Quizás, incluso mi cinismo confeso pueda resultar tan ingenuo como cínica sea la ingenuidad aparente de otros. ¿Quién sabe? Sólo puedo hablar por mí.]
En el paréntesis sólo contaba cómo me he contado a mí mismo las cosas que nos han pasado, a “nosotros”, recientemente en el curso de una investigación y de una exposición. Decidir acerca de qué es “nosotros” y acerca de “cómo deberíamos contarnos las cosas que nos pasan” son, como decía al principio, dos grandes temas que nos afectan a todos y que -más allá del consumo de esencialismos hipnotizantes o del consumo de seductoras rebeldías artísticas- deberíamos de una vez por todas ponernos a negociar políticamente en el ámbito de una democracia que pretenda reubicar, redimensionar, la posición de los medios en su desarrollo. Lo demás, aire; cuanto más individual y más a nuestro gusto, mejor.